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Reproducción de un retrato de Francisco Salvá i Campillo, otro de los considerados promotores de la línea de Barcelona a Mataró, primer ferrocarril peninsular inaugurado en 1848, el cual presentó ya proyectos a finales del s. XVIII para unir las ciudades de Barcelona y Mataró con un haz de cables eléctricos aislados con resina, y alimentados con descargas procedentes de botellas de Leyden o similares, y posteriormente pilas voltaicas

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